Paulo Alvarado
Licenciado en Ciencias de la Información y Comunicación por la Universidad de Monterrey (UDEM); doctor en Estudios Humanísticos, literatura y discurso; miembro del Sistema Nacional de Investigadores Conacyt; profesor de la Facultad de Humanidades de la UDEM.
La producción del espacio es definida actualmente como uno de los múltiples elementos que las y los estudiosos de la literatura consideramos al configurar respuestas sobre la identidad de las ciudades y sus habitantes.
Hasta hace algunos años, desde la academia, se ha dejado de indagar solamente dentro de los libros y hemos comenzado a preguntar: ¿De qué formas los textos literarios alcanzan a producir nuestros espacios? ¿Cuáles son los alcances que tiene una novela, un poema o una obra teatral en la construcción de nuestras ciudades, calles, órdenes de vida o nuestra movilidad?
Obras como Fictional Worlds (1986), de Thomas G. Pavel; Thirdspace. Journeys to Los Angeles and other real-and-imagined places (1996) de Edward W. Soja; Heterocosmica. Fiction and Possible Worlds (1998) de Lubomír Dolezel; o La Géocritique. Réel, fiction, espace (2007) de Bertrand Westphal, se deben a la vanguardia que estableció el filósofo francés Henri Lefebvre con La Production de l’espace en 1974. Estos textos son lecturas obligadas para quien pretende dedicarse a estudiar el espacio.
Por supuesto, no es la primera vez que prestamos atención a este concepto como objeto de estudio, ni es la literatura la única disciplina o arte que se ha asomado a indagarlo; la novedad radica en que ahora la geografía, arquitectura, cartografía, historia, sociología, etnografía, el urbanismo y demás disciplinas espaciales comienzan a conjuntarse para atender y afirmar que el espacio es socialmente producido.
El espacio no es una verdad establecida, por lo tanto el análisis literario contemporáneo ya no se dedica a tomar exclusivamente novelas o poemas como objeto de estudio, sino que abarca crónicas de viajes, memorias, testimonios, guiones cinematográficos y videojuegos.
En nuestra región, la vecindad con Estados Unidos, la migración, el diseño de las ciudades, el lenguaje y otras formas de vida periféricas son temas comunes entre la academia y artistas del norte mexicano que analizamos el espacio desde la investigación científica y la creación artística. Esto ha provocado un boom regional al respecto.
Durante la pandemia, por ejemplo, Carlos Sifuentes logró defender su tesis doctoral en La Sorbona con el título: Las ciudades narradas de la Frontera México-Estados Unidos en novelas urbanas recientes (2020). Apenas dos años antes, Mónica Torres Torija había obtenido un doctorado con su tesis Placeres: Una geopoética en la cartografía narrativa de Jesús Gardea. En la Universidad de Monterrey (UDEM), el año pasado, Teresa Martínez se graduó de la Maestría en Humanidades con la tesis Espacios poéticos del noreste de México: Una interpretación de Herida luminosa de Minerva Margarita Villarreal y En memoria del reino de Baudelio Camarillo a partir de la geocrítica de Bertrand Westphal. Actualmente, la alumna Jeimmy Nava de la Licenciatura en Letras UDEM redacta su Proyecto de Evaluación Final Análisis geocrítico de la producción del espacio social en Nosotros los de entonces (2018) de Cris Villarreal Navarro, a partir de las teorías de Bertrand Westphal y Henri Lefebvre. Dentro de mi labor académica ofrecí una ponencia en La Sorbona, hace dos años, con el título Una crítica del espacio en el norte mexicano del siglo XIX: la crónica de viaje del capitán británico James F. Elton.
CRÓNICAS DE VIAJE DEL CAPITÁN
A la vista de un extranjero, el paisaje del norte mexicano demuestra que sus habitantes no saben gobernarse. Esta afirmación puede leerse en la crónica de viaje que el capitán británico James Frederick Elton publicó, en 1867, With the French in Mexico. Después de una estancia militar en la India, Elton se ofreció como voluntario en el ejército francés ubicado en México como compañía de los últimos días del gobierno de Maximiliano de Habsburgo. Su misión era escoltar un grupo de franceses que se encontraban en Monterrey y buscaban salir del país.
El autor llegó a México desde Europa, su entrada fue por Veracruz y, de ahí, marchó hacia el norte. Su crónica, que puede ser consultada íntegra y gratuitamente en la Biblioteca Digital de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), ofrece un panorama narrado e ilustrado de los paisajes que pasan del Golfo de México hasta Santa Catarina, Nuevo León.
Es posible argumentar que el capitán británico pasa de la fascinación al enfado conforme avanza hacia el norte.
Por ejemplo, sus primeras palabras desde el puerto veracruzano fueron: “Había una puesta de sol maravillosa, de las que sólo se ven en países tropicales, y no muy a menudo. Veracruz es un júbilo de torres y domos que resplandecían con claridad y blancura, marmóreos, contra el azul profundo de las lejanas montañas tierra adentro.
Lo maravilloso y el júbilo pronto se pierden entre “las planicies polvorientas y monótonas, cubiertas de cactus, aloes y yucas del norte”. No es solamente la falta de agua abundante lo que molesta el ánimo de Elton, sino lo que él afirma como la falta de autogobierno de los mexicanos develada por el mismo espacio. Al llegar a Rinconada, en el camino que va de Saltillo a Monterrey, describe:
“Alguna vez hubo una hacienda próspera aquí, pero en el presente no creo que existan entre los restos de edificios más de un par de cuartos habitables, pues todo ha caído en un estado de descuido absoluto.
“Es más o menos seguro decir que este deterioro se remonta a los días del fin de la presencia española, porque desde entonces los guerrilleros han aumentado de forma constante y la falta de seguridad ha quitado a los propietarios el ánimo de reparar los daños, así que la apatía y la falta de cuidado convierten una hacienda próspera en un grupo ruinoso de graneros abandonados, muy poco atractivos para el viajero”.
Este panorama y algunas otras descripciones llevan a Elton a afirmar que “México debe estar muy acostumbrado a un estado de anarquía y confusión”. En este sentido, se puede interpretar que la producción del espacio realizada contiene una carga de superioridad moderna y eurocéntrica. A partir de la producción espacial en With the French in Mexico se revela un discurso colonizador en la crónica.
LA MIRADA DE TOSCANA
Los extranjeros no son los únicos que han ofrecido una producción del espacio norteño mexicano. Las obras que publicaron los miembros del extinto taller literario El Panteón, activo de 1991 a 2001, son características por fijar la atención en los espacios del noreste mexicano y sus historias. El crimen de la Calle de Aramberri (1994) de Hugo Valdés; Nostalgia de la sombra (2002) de Eduardo Antonio Parra; o La guarida de las lechuzas (2018) de Antonio Ramos Revillas, entre otras, hacen referencia a lugares como la casa en la que fueron asesinadas la señora Antonia Lozano y su hija Fernanda Montemayor, o la frontera en Nuevo Laredo.
Entre los miembros del taller se encontraba David Toscana, quien es uno de los escritores regiomontanos que más dedicación ha puesto al espacio de Monterrey. Sin salir de su ciudad natal, al menos desde 1992 y hasta 2009, Toscana publicó una serie de novelas en las que el norte mexicano es un personaje más en la ficción: Las bicicletas (1992), Estación Tula (1995), Historias del Lontananza (1997), Santa María del Circo (1998), Duelo por Miguel Pruneda (2002), El último lector (2004), El ejército iluminado (2006), y Los puentes de Königsberg (2009).
Los cementerios El Carmen y Dolores, el semidesierto de Icamole, o El Obispado en el que los mexicanos fueron vencidos por el ejército de Estados Unidos en septiembre de 1846 son los sitios de ficción en la obra literaria de Toscana que representan la marginalidad y la derrota
Duelo por Miguel Pruneda y El ejército iluminado son dos de sus novelas en las que el énfasis está puesto en la relación que mantiene el norte de México con Estados Unidos. Son narraciones de derrota y frustración. En estas novelas, Toscana se vale de dos personajes fracasados, un jubilado decepcionado de su vida ordinaria y un profesor de historia desempleado, para emparejar con sus vidas grises la derrota nacional ante la invasión de Estados Unidos. Con humor absurdo, las novelas refieren a los conflictos bélicos de El Álamo y San Jacinto, ambos de 1836, y a la Batalla de Monterrey de 1846, para indagar literariamente sobre la condición humana de quienes habitamos hoy el norte mexicano.
Los protagonistas de ambas novelas son enérgicos, buscan soberanía y dignidad. Por ejemplo, los personajes en Duelo por Miguel Pruneda cavilan al recordar la Batalla de Monterrey: “Esta ciudad que se quiere erigir como motivo de orgullo para la nación, en verdad fue su ruina; por cobardía, por traición, por ineptitud. Y ahora todo lo quiere resolver diciéndose progresista, industrial, trabajadora. ¿Qué más da dejar la vida en una fábrica si no se dejó en un campo de batalla?”
En El ejército iluminado, el profesor de historia Ignacio Matus pone a prueba a sus alumnos en el Colegio Francomexicano. Para sus clases más apasionadas, exhibe “un mapa antiguo en el cual aún puede verse un enorme territorio arriba del Río Bravo como parte de la República mexicana”
El espacio en las novelas de Toscana es una producción reificada, es decir, los paisajes de Monterrey y sus habitantes cargan un hálito de derrota bélica que se hace presente, en la ficción y en el mundo, como una cicatriz de la guerra entre México y Estados Unidos.
Mexicanos sin autogobierno y mexicanos sin soberanía parecen ser dos extremos de la producción del espacio norteño desde su literatura, al menos desde la obra literaria de James F. Elton y de David Toscana. Estos son autopercepciones que las tintas extranjera y nacional denotan sobre nosotros los norteños.
Sin embargo, la obra está inconclusa. Muchas otras creaciones literarias destacan por la producción del espacio norteño, entre ellas, la colección de cuentos Agua de las verdes matas (1963) de Irma Sabina Sepúlveda; el poemario de la regiomontana Josefina Niggli Mexican Silhouettes (1928); la autobiografía Mi atormentada vida (1958) de la violinista Celia Treviño Carranza. Los espacios, literarios y reales, siguen ahí abiertos como textos en los que todos escribimos… y también leemos.
REFERENCIAS:
Elton, James F. Con los franceses en México. Trad. Ángel Gurría Quintana. México: Conaculta, 2005.
Ibídem
David Toscana continúa publicando novelas, esta vez, desde fuera de México y con tópicos espaciales diversos: La ciudad que el diablo se llevó (2012), y Evangelia (2016). Con Olegaroy (2017) su ficción volvió a ocuparse del espacio regiomontano.
Toscana, David. Duelo por Miguel Pruneda. México: Plaza & Janés, abril de 2002.
Toscana, David. El ejército iluminado. México: Tusquets, abril de 2006.