Por: Emilio Castillo Amaya
La moda, dentro de sus muchas funciones, actua como un reflejo de la ética a través de la estética, sin ser conceptos excluyentes uno del otro, pero sí como una expresividad del “yo”, del sentir, del estar, de la cultura y la comunicación.1 Si se parte de este supuesto, se pueden medir sociológicamente cuatro factores: la utilidad, modestia, atracción sexual y el adorno.2 A nivel histórico la indumentaria masculina se ha enfocado en el primero, dejándole los otros tres a la femenina.
A partir de la liberación de las mujeres en los años sesenta y el entendimiento del género como constructo social, la masculinidad comienza a ser cuestionada a la par de la feminidad, alimentada también por la liberación gay, intereses económicos, y la incursión de las mujeres en trabajos asociados hasta entonces a los hombres. El género, por tanto, se comienza a develar, como “una práctica social que constantemente se refiere a los cuerpos y a lo que los cuerpos hacen, pero no es una práctica social reducida al cuerpo.”3 Esto dejó las puertas abiertas a nuevas identidades, a nuevas masculinidades.
Cuando hablamos de “nuevas masculinidades” es difícil saber a qué nos referimos, si a aquellas identidades que han nacido buscando una separación total de la masculinidad hegemónica, o todos los tipos de masculinidades o identidades que nacieron o fueron identificadas después de la concepción del término por la sociología australiana, R. W. Connell.
Las múltiples definiciones de diferentes analistas no simplifican el proceso para entender a que nos referimos, por lo que me gustaría proponer una definición, (específicamente para efectos de este foto-reportaje) simplificada para dar un mejor entendimiento a los propósitos de este trabajo.
“Nuevas masculinidades” igualitarias: Modelos alternativos de practicas, lejanas a la masculinidad hegemónica.
Comúnmente descritas como: tiernas, disidentes, pacíficas, libres.
La moda, en su función estética y personal, ha logrado reflejar la búsqueda por nuevas identidades, desde el desapego a la división sexual de colores hasta muchas otras manifestaciones, que han logrado visibilizarse en foros como el cine, literatura, televisión e incluso política. Los hombres portadores de estas manifestaciones se han empoderado al romper con los estándares estéticos de masculinidad alineados al pensamiento tradicional.
Ej. Billy Porter en los Oscares
Pero todo cambia cuando nos centramos en México (y quizá toda Latinoamérica), país culturalmente construido sobre cimientos machistas, en el que los movimientos se han impregnado en los mismos foros antes mencionados, para volverse iconos de la misma masculinidad hegemónica; es decir, los movimientos se limitan estrictamente a lo estético, ya que son aplastados por un discurso machista. 4
Ej. Maluma
Buscar retratar la unión de los ideales éticos y las nuevas estéticas de identidad, es complicado, ya que, por lo antes expuesto, se da entrada a la confusión o malas interpretaciones. La realidad es que el número de “hombres” nuevos en México es escaso, y aún menor el de aquellos que incursionan en estéticas alternas o anti- hegemónicas. Pero existen.
Fotografías: Emilio Castillo Amaya
Referencias
1. Bacete, R. (comunicación personal, 18 de febrero 2019)
2. Sanchez, I. (comunicación personal, 24 de enero 2019)
3. Connell. R.W. (1997). La Organización Social de la Masculinidad. En Ediciones de las Mujeres N. 24(39). Santiago, Chile: Isis Internacional.
4. Prado, G. (comunicación personal, 11 de febrero 2019)