Por Francisco García Benavides
Estudiante del Doctorado en Política Pública (ITESM)
“Hacer predicciones es muy difícil, especialmente cuando se trata del futuro” Niels Henrik David Bohr
Cada año estallan eventos que cimbran al mundo y acaparan los principales titulares. El 2021 no fue la excepción: destacó el ataque de los seguidores de Trump al Capitolio; el surgimiento de variantes más contagiosas: delta y ómicron; la retirada caótica del ejército estadounidense de Afganistán, recordando la caída de Saigón de 1975; la brutal guerra civil en Etiopía; seis golpes de estado -Armenia, Chad, Guinea, Mali, Myanmar, Guinea y Sudán- aunado al magnicidio del presidente de Haití; el fin de la era Merkel; el congestionamiento en las cadenas de suministro y la inflación más alta en los últimos treinta años.
¿QUÉ NOS DEPARA EL 2022?
Primero, un enfriamiento en el crecimiento económico, retrocediendo del avance de 5.9 por ciento del 2021 a 4.9 por ciento para el 2022 según proyecciones del FMI1. El acceso a las vacunas seguirá determinando la trayectoria de la recuperación siempre y cuando no surjan nuevas cepas. El aumento de la inflación dominó los titulares, evocando a la caótica década de los setenta. Aún y que persistirá la presión en los precios, la subida paulatina de la tasa de interés y la reducción de compra de bonos y valores -quantitative easing- de la FED y los bancos centrales contribuirán a disminuir su velocidad2. Sin embargo, si no se normaliza el suministro en las cadenas de valor, el abastecimiento de energía y la escasez de semiconductores, el incremento en los precios se verá presionado.
El 2021 hizo honor al concepto de ‘exuberancia irracional’ del Nobel Robert J. Shiller3. El S&P 500 (26%), Dow Jones (18.7%) y Nasdaq (21.4%) lograron resultados estelares4 derivado de la recuperación económica, la política monetaria ultra laxa y los resultados récord de las empresas. Pero para el 2022 se prevén más episodios de volatilidad y menores rendimientos por tres motivos: que no disminuya la presión inflacionaria, que la FED inicie la normalización de la política monetaria en un momento equivocado y de forma más agresiva y el impacto económico causado por posibles nuevas variantes de la covid-195.
En la arena mundial, la principal preocupación seguirá siendo el enfrentamiento entre los Estados Unidos y China. El vertiginoso ascenso económico, geopolítico, tecnológico y militar chino ha desafiado el lugar de potencia mundial de EUA. Graham Allison6 argumenta que ambas naciones se encuentran en la ‘Trampa de Tucídides’ que ocurre cuando una potencia emergente reta a la establecida; justó como sucedió con Atenas y Esparta en el Siglo V a. C.
China se ha convertido en el tema principal de la agenda de política exterior de Joe Biden por su ambición y asertividad. Claramente Xi Jinping no ha escondido sus ambiciones de recuperar Taiwán, partes del Mar Este y Sur de China y Hong Kong. En particular Pekín ha ejercido máxima presión sobre Taiwán por el reto que representa su gobierno democrático y los estrechos lazos que ostenta con Washington7. Además del desacoplamiento económico que inició con la guerra comercial de Trump en el 2018, la carrera tecnológica se ha vuelto según el mandatario chino “en el principal campo de batalla”8 particularmente en áreas como inteligencia artificial, red 5G, semiconductores, información cuántica, biotecnología y energías renovables. Ante este escenario no sorprende que los norteamericanos boicotearan diplomáticamente los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022.
Otro evento que estará en la agenda internacional es la inminente ofensiva militar de Rusia en Ucrania. Actualmente tienen desplegados 100 mil soldados cerca de su frontera preparados para atacar. Cabe recordar que la ocupación territorial no es novedad para Moscú -siempre ha estado en los planes de Putin- ya que lo hicieron con Georgia en el 2008 y en Crimea en el 20149 que acabo desatando el conflicto de Donbas. Putin desea que Kiev abandone su occidentalización y que regrese a la orbita de influencia de Moscú. Después de la anexión de Crimea, los ucranianos creen que ingresar a la Unión Europea y a la OTAN es indispensable para salvaguardar su seguridad lo que ha enardecido naturalmente a Moscú. La administración de Biden ha respondido con disuasión y dialogo señalando los altos costos que tendría para Moscú: sanciones económicas, asistencia militar a Kiev y una presencia más fuerte de la OTAN en los países cercanos a Rusia.
Muchos países cambiarán su liderazgo político este año. En Estados Unidos habrá elecciones de medio término para renovar la Cámara de Representantes y el Senado. Una de las máximas de la política americana es que históricamente al partido en el poder no le va bien. Si a esto se le suma que Joe Biden11 no goza de buena popularidad (37 por ciento) y que el partido se está radicalizando hacia la izquierda, las proyecciones no son tan alentadoras para los demócratas como se atestiguó en las elecciones en Virginia y Nueva Jersey de noviembre pasado.
Del otro lado del Atlántico los franceses decidirán sí desean continuar con el macronismo después de cinco años u optan por un nuevo proyecto. Aunque en un inició parecía que el centrista Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen repetirían de nuevo su enfrentamiento del 2017, hay dos nuevas sorpresas: el comentarista convertido en político de extrema derecha Éric Zemmour y la candidata conservadora Valérie Pécresse. Todo parece indicar que Macron y alguno de estos contendientes disputarán el Palacio del Elíseo en una segunda vuelta que dejará al Partido Socialista y al Partido Verde fuera de nuevo12 y volcaría al país hacia la derecha. Otras naciones europeas que tendrán comicios son: Austria, Serbia, Eslovenia y Suecia.
América Latina también acudirá a las urnas. De las doce elecciones que se celebraron en el 2021, únicamente en una el voto fue para el partido en el poder. ¿Seguirá la tendencia de ir en contra del gobierno en turno? Por un lado, en Brasil se espera una contienda épica con el regreso del expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) -ya absuelto de su condena- contra el ultraderechista Jair Bolsonaro. Lula lleva la delantera en las encuestas por la endeble respuesta que ha tenido Bolsonaro a la pandemia, así como el mediocre desempeño económico del país13.
El escenario es similar en Colombia. Después del fallido intento de hace cuatro años, Gustavo Petro buscará ser el primer candidato de izquierda en llegar a la presidencia. Los posibles contendientes serían candidatos del centro como el exalcalde de Medellín Sergio Fajardo o el economista Alejandro Gaviria debido a que la derecha ha desgastado su imagen con el gobierno de Iván Duque14 y la figura del expresidente Álvaro Uribe. Con una posible victoria de Lula y Petro, sumado a las victorias izquierdistas de Luis Arce en Bolivia, Pedro Castillo en Perú, Xiomara Castro en Honduras y Gabriel Boric en Chile del 2021, está latente la posibilidad de una nueva ola de gobiernos de izquierda en América Latina como aconteció con la ‘marea rosa’ de principios de los 2000.
Otros países que enfrentan situaciones particulares celebrarán comicios. Hong Kong escogerá a su nuevo dirigente en medio de la fuerte intervención y presión china para controlar la isla; Libia que después de una guerra civil de más de una década escogerá a su presidente y Filipinas que tendrá en la boleta al exboxeador mundial Manny Pacquiao.
Si algo aprendimos con la pandemia de la covid-19 es que hay eventos que llegan como sorpresa y trastocan las vibras más sensibles de las sociedades. Estos sucesos han sido descritos por Nassim Nicholas Taleb como ‘cisnes negros’15 cuyo origen se remonta al siglo XVI cuando está especie era imposible de observar en Londres. Aún y que tenemos una idea clara de los principales eventos que presenciaremos en el 2022 no se pueden descartar sorpresas. A final del día lo único que está garantizado en la vida, como bien lo decía Abraham Lincoln, es la muerte y los impuestos.
Referencias
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