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Las cuatro olas del feminismo


Por Natalia Cruz y Sara Taboada





En un contexto donde el patriarcado sigue exigiendo las estructuras social, política y económica, las mujeres han tomado las calles y reflejado una lucha que no es nueva, pero cada vez más necesaria en un país donde 10 mujeres son asesinadas al día.


Nueve por ciento de los hogares de México experimentaron en el primer trimestre del 2020 violencia familiar, de los cuales un 42.6 % fueron de abuso sexual y 37.8 % de violación, según indica la también las denuncias por violencia en el hogar en México, se incrementaron un 78.6 por ciento, con respecto al 2019, esto último de acuerdo con el reporte de la Fiscalía Especializada en Violencia de Género del Estado de México y del Sistema Nacional de Seguridad Pública, debido al aislamiento social por el COVID-19.


Cuando escuché la palabra feminismo, no sabía qué pensar sobre ella. Vivir dentro de privilegios que me alejan de lo que millones de mujeres viven día con día cegaban mi juicio y me hacían opinar sobre una causa con la que no podía empatizar. No fue hasta que me permití escuchar, ver y sentir lo que las mujeres, con lágrimas en los ojos y mucho enojo, exigieron en las calles: justicia e igualdad para todas nosotras. No fue hasta que me di cuenta que no sólo hablaban por ellas. Sin conocerme lucharon también por mí y ahora sé que esa sororidad fue lo que hizo que este rugido feminista sea tan grande.

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La lucha por la equidad de género tomó fuerza en los últimos años, provocando que miles de mujeres se marchen como hermanas para exigir justicia, de esta forma dieron un rugido que en México hizo eco a pesar del cubrebocas. Su voz resonó más fuerte para la conquista de reformas salariales, conciencia política y la ruptura de los estereotipos sociales.


ORÍGENES DEL MOVIMIENTO


En 1911 las mujeres empezaron su lucha para obtener el derecho al voto y no fue hasta el 12 de febrero de 1947 cuando a las mexicanas se les reconoció como ciudadanas y obtuvieron su derecho al voto. Sin embargo, fue sólo el inicio de miles de batallas.

En los años 70, las mujeres fueron reconocidas como tema del año gracias a sus luchas. En 1975 cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, creando un parteaguas para continuar con la causa.

La doctora en Literatura Comparada por la Universidad del Sur de California, Gabriela Jáuregui, menciona que no fue hasta los 90 cuando se unieron olas gigantescas que se creó un rugido feminista. Con la ola de las mujeres mexicanas desaparecidas, los feminicidios que comenzaban a visibilizarse con frecuencia y la ola verde de origen argentino en pro del aborto, podría decirse que hubo un brinco desde los 70 hasta los 90 y pasando a la actualidad.

La licenciada y articulista Ximena Peredo plantea que nuestra generación a raíz del #MeToo rompió un dique que provocó una ola morada: miles de bocas se abrieron para representar con más fuerza el movimiento, reivindicando la igualdad, fue el momento donde millones de mujeres dejaron ir el miedo y gritaron las injusticias que sufrían a diario.

Finalmente, a partir de la plataforma de Beijing, se establecen tres ejes para decidir los derechos de la mujer. De acuerdo con Clarissa Guevara, capacitadora en el Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León, el primero es la autonomía física, poner un alto a los feminicidios, a las muertes ocasionadas por las parejas o exparejas, a la maternidad adolescente, a las demandas insatisfechas de planificación familiar y a la mortalidad materna por la lucha incansable de conseguir el acceso a los derechos reproductivos y sexuales de manera segura, libre y gratuita.

También está la autonomía en la toma de decisiones a nivel empresarial, o incluso nacional, que involucra entender quiénes las determinan en el poder Legislativo, Judicial o Ejecutivo, o en el caso de las instituciones, lo que concierne a la denuncia legítima o pública sobre el tema de acoso y hostigamiento en el ámbito organizacional.

El tercer eje versa en la autonomía económica, al conocer las economías que se han quedado en la informalidad, los trabajos no remunerados, y trasladarlos a la formalidad, como es el caso de las labores del hogar no remuneradas, del cuidado de los índices de feminidad en hogares pobres, del total del tiempo trabajado por las mujeres y todas esas exigencias peleadas de hace 25 años, con el istmo de los movimientos feministas, señaló Guevara, especialista en Gobierno y Transformación Pública.


FEMINISMO


Si bien el feminismo tiene como núcleo la sororidad entre mujeres, y de este se desprenden distintas ramas, Jáuregui destaca que la diferencia radica en la manera en que se hacen las manifestaciones y sus implicaciones políticas.


“Creo que si pudiéramos hacer visibles todas esas cosas, todas esas versiones distintas de los feminismos se sentiría más como interpelada e invitada la gente, o las mujeres”, establece la doctora haciendo hincapié en la importancia de que los medios no señalen al feminismo como uno solo con ciertas características o prácticas específicas.


Es importante entender que feminismo y hembrismo son términos completamente diferentes, y aunque generalmente se interpreta como el equivalente al machismo, Jáuregui explica que se debe dejar en claro que el machismo es un sistema de opresión, mientras que el feminismo, en cualquiera de sus formas, busca una voluntad emancipatoria, lejos de oprimir a alguien más.


Es un hecho que los privilegios que gozan ciertas personas en cierta forma invisibilizan la realidad que viven millones de mujeres: “Yo por mi mismo privilegio, no veo a los hombres como mis enemigos”, sostuvo Peredo. Por ello, una de las bases más fuertes del feminismo es la empatía, al comprender que no todas viven en una misma cotidianidad, y que el apoyo se da sin importar la situación.


REDES SOCIALES


La ola morada de sororidad se fortalece con el activismo convergente de diferentes colectivos y sin duda alguna, las redes sociales han jugado un rol para consolidar los objetivos del movimiento.

Se han abierto nuevas puertas para dialogar sobre eso que no se habla, para ser un “replicador de ecos”, como sostiene Guevara, además de que ha representado una conexión entre mujeres, una unión internacional con una causa en común, como dice Nuria Coronado Sopeña, periodista y activista madrileña.

Sin embargo, a pesar de que las redes sociales han sido facilitadoras, surge a su vez una problemática: debido a que los medios masivos han puesto este tema trending, como una moda, se han aprovechado como si fuese efímero, restándole importancia a la verdadera causa del movimiento, expresa Jáuregui.


“Ojalá fuera tan fácil de resolver como una moda o como un trend, pero no, tristemente no, no va por ahí. Ha perdurado a través de los años y que la lucha de las madres y los familiares de las desaparecidas, y de las mujeres víctimas de feminicidio, pues no han quitado el dedo de ahí”, destacó.


Unido a eso, el capitalismo es una pieza que no se desprende de los medios, por lo que es necesario reconocer su papel con el fin de buscar una representación digna para la mujer.


“El capitalismo nos dice dentro de las redes sociales que el patriarcado es quien sigue imperando, que es la voz de los hombres la que se sigue escuchando, que son las opiniones de los hombres las que se siguen proyectando, que es la imagen del hombre como en este androcentrismo y son las mujeres las que están siendo cosificadas y estereotipadas”, afirmó Guevara.


Por esta razón, se lucha para que el tema prevalezca y se fortalezca a través de estas plataformas, fungiendo como una red de apoyo o un medio de denuncia e información.


Al principio para mí fue muy difícil entender cómo teniendo los medios para hacerse escuchar, muchas mujeres decidían quedarse en silencio, y con el tiempo comprendí la razón. Me entristeció saber que su silencio fue producto, no sólo del miedo, sino de la falta de apoyo, de las críticas, del acoso y de culparlas de lo que no eran culpables, siempre tratando de defender o justificar al agresor y nunca a la víctima. Pero gracias a esto, hoy soy más consciente y no dudo en decir “yo sí te creo” y mostrar mi apoyo a través de estos medios, para recordarnos entre todas que no estamos solas, y que nos conozcamos o no, este movimiento nos une.

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ÁREAS POR TRABAJAR


Es difícil visualizar una estructura más machista o misógina que las instituciones políticas de México ya que, incluso desde España, las mujeres envían su más sentido pésame por el Presidente que las gobierna, dijo Coronado Sopeña, con quien concuerda Peredo en que es un plan institucional intoxicado de testosterona, que genera espacios hostiles para la mujer, porque se ven rodeadas de toxicidad de poder, de síntomas patriarcales.


El movimiento feminista es un tema de política, porque los derechos son políticos y los actos ciudadanos también. La situación acá es la agenda, tenemos toda una corriente antiderechos que se ubica en ciertos partidos y son quiénes están impidiendo todo el tiempo que estas iniciativas progresistas se lleven a las cámaras”, expresó la politóloga Guevara.

La mujer debe estar presente en las decisiones tanto políticas como económicas porque es desde esos altos cargos donde las decisiones se toman, por ello Jáuregui y Coronado Sopeña opinan que las mujeres sin duda tienen el potencial para abrirse brechas y es vital que lleguen al lugar de poder.


Ambas destacan que es evidente la inequidad estructural del sistema, donde los hombres quieren estar por encima de las mujeres, pero la solución reside en romper esos estereotipos para servir de referente para los niños y niñas del futuro.


Coronado Sopeña sugiere que es importante recalcar que no sólo se busca que sean féminas debido a que de nada sirve que lleguen mujeres que ejerzan y refuercen el machismo, se necesitan feministas que incomoden a aquellos ejercedores de los valores denigrantes y pongan en marcha los valores igualitarios.


A partir de la última década los hombres han hecho política aislada, comenzaron a reunirse para hablar de las masculinidades violentas, tóxicas, mientras discuten y descifran cómo trabajar en su proceso de construcción, sin embargo tienen que salir a los espacios públicos y contribuir en conjunto con nuestras leyes del terreno al escritorio.

Jáuregui aseguró que el problema inicia desde la opresión tan devastadora con la que viven desde niños de “lo que un hombre si puede o no hacer”. Hoy en día, hay reflexiones sobre lo que significa la masculinidad, porque todos esos mandatos, son terribles.


Cabe destacar que la participación del hombre en este cambio, tanto político como del resto de la lucha, será clave para la concientización para detener la desigualdad, las desapariciones o las mujeres golpeadas por su pareja, ya que hombres y mujeres, hemos sido educados y educadas en el machismo. Asimismo, Coronado Sopeña explica que con educación se puede entender que no queremos robarles nada, sólo se quiere lo que por dignidad, ley y justicia universal nos corresponde, que es la mitad de todo.


Hará falta también que los medios representen la diversidad del feminismo y se muestren los dos lados de la moneda, no sólo el escandaloso o “mal visto” por las diferentes formas de manifestarse para lograr que se aborde desde una perspectiva empática, comprendiendo el dolor de las personas que han sido víctimas de esta violencia, advierte Jáuregui.


“Requiere mucho, mucho, esfuerzo para que la tarea de quienes comunican, sea una en donde estas normas sociales hegemónicas o algoritmo que podemos estar utilizando para informar, no esté estereotipado y no refleje o propicie una conducta sexista o machista hacia las niñas y mujeres de abuso dede mucha misoginia”, destacó Guevara.


QUITANDO VELOS


El movimiento feminista se ha convertido en un grito imposible de silenciar, y cada vez son más las mujeres que se suman a esta lucha para exigir reconocimiento, protestando por lo que se les ha quitado de las manos y por la oportunidad de hacer una vida propia y decidir sobre ella.

“Nos han quitado tanto, que nos han quitado hasta el miedo”, sostuvo Coronado Sopeña.


Es momento de tomar conciencia y quitar los velos patriarcales que nos han cegado el juicio desde mucho tiempo atrás, que han crecido con nosotros y nos han hecho normalizar actitudes machistas y opresoras, y tomar la decisión de comenzar a portar las gafas violetas que visibilizan un mundo de equidad, un mundo justo y solidario, tanto para hombres como para mujeres a través de este movimiento.

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El núcleo del feminismo en esta cuarta ola, al contrario de lo que se pensaba, dejó atrás el individualismo y descubrió que existe un conjunto de voces similares, coincidieron las periodistas regiomontana y madrileña, Peredo y Coronado Sopeña, respectivamente.

El movimiento de sororidad tiene como objetivo quitar velos que antes no se percibían, porque internalizamos y normalizamos los problemas a los que las mujeres se ven expuestas todos los días, agregaron la articulista Peredo y la escritora Coronado Sopeña.


La doctora Jáuregui, indica que la belleza del movimiento feminista radica en que no es sólo una lucha de mujeres, sino como colectividades, y como un grupo político y social. Mientras que para Peredo el feminismo es esa mujer que se mira a su propio espejo y al de su compañera y comienza a articular una lucha por la equidad e igualdad.

El movimiento es un proceso de tomar conciencia de que la vida es luchar y probablemente falleceremos sin haber vencido al patriarcado, pero que no descansaremos, en la generación millennial esta batalla se ha vuelto una filosofía, un estilo de vida que las mujeres hemos adoptado y la cual utilizaremos para continuar con la lucha contra la opresión.


Es difícil desaprender ideologías, pensamientos, valores o incluso acciones con las que hemos crecido, pero este movimiento se volvió algo mucho más grande que un exigir por un cambio, se volvió un centro de apoyo, se convirtió en un oído, en una voz por tantas mujeres que en vida y en muerte sufrieron a causa de las desigualdades que nuestro país ha permitido.

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Todos debemos de portar las gafas violetas para aprender a ver el mundo con armonía entre géneros y combatir los estereotipos, las políticas patriarcales y lo más importante, las vivencia indignas a las que las mujeres están expuestas.

El movimiento sigue vigente, sigue de frente, y más que nunca, seguirá la lucha por posicionar el tema en la agenda.


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