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Innovación y tecnología para la atención de la salud

  • agencia2946
  • hace 1 hora
  • 8 Min. de lectura

 

Ilustraciones: Abigail Moreno
Ilustraciones: Abigail Moreno

Por: Carlos Mario García Álvarez


Tengo un gusto particular por la serie Star Trek: The Next Generation. Aunque desconozco cómo se originó, recuerdo que un verano –aún como estudiante universitario– dediqué días enteros a ver sus episodios. Para quienes desconocen esta serie, trata sobre las aventuras de los tripulantes de una nave espacial. Los personajes provienen de distintos planetas, entre ellos la Tierra. La tripulación de la nave lleva la encomienda de explorar el espacio y hallar nuevas civilizaciones para el conglomerado que representa, conformado por planetas ubicados en galaxias distintas.

Intuyo que la serie refleja, en parte, ciertos dilemas éticos que acompañan al progreso tecnológico. Dicha reflexión –implícita– es una proyección a futuro, originada en los 80. La mayoría hemos visto series y/o películas donde aparecen artefactos futuristas que resuelven problemas del presente con una extrema facilidad. 


Sin embargo, parcialmente esa proyección a futuro ya se puede vislumbrar en nuestro presente: hoy en día contamos con tecnología que nos asiste, la cual, en buena parte, era inconcebible hace décadas, cuando el solo hecho de verla en la ciencia ficción causaba un asombro inmediato. Desde artefactos de uso común como celulares, cuyos modelos más recientes incorporan inteligencia artificial con múltiples funciones, hasta la asistencia virtual para el control de dispositivos en el hogar –luces, cerraduras e incluso robots que aspiran–.


¿Te ha sucedido que, tras una charla casual con amigos, en tus redes sociales aparecen anuncios de un producto que mencionaron? Nuestros gustos y patrones son monitoreados y se suman –mediante el uso de algoritmos– a los de otros usuarios de diversas plataformas, con el fin de sugerirnos películas, música y hasta artículos de primera necesidad. La precisión del algoritmo al hacernos recomendaciones muchas veces resulta aterradora para los usuarios que son poco asiduos al uso de aplicaciones.


Quienes han nacido entre 2020 y 2025, así como aquellos que lo hagan antes de 2030, forman o formarán parte de la generación Beta. Para ellos, la inteligencia artificial será asimilada desde la primera infancia, vivirán con una movilidad urbana más automatizada y su educación estará inmersa en la realidad aumentada o virtual como herramienta didáctica1. Estas innovaciones, que fueron inasequibles para los que nacimos dos o tres décadas antes, se volverán indispensables para un entorno más “inteligente” e integrado en el futuro. Por lo tanto, es probable que la generación Beta se incline por la innovación para atender los problemas que hoy en día nos apremian, pero que, a falta de una solución inmediata, tenderán a agudizarse. 


Algunos de estos problemas o desafíos están relacionados con la salud. Por ejemplo, las enfermedades no transmisibles (ENT) ya representan el 74 % de los decesos en el mundo y los países de ingresos bajos son los más afectados. Las también llamadas enfermedades crónicas son lideradas por afecciones del sistema cardiovascular, seguidas por el cáncer, por aquellas vinculadas al sistema respiratorio y, finalmente, por la diabetes. Su origen es multifactorial: genética y fisiología se combinan con el comportamiento y el contexto de los pacientes2. 


Ilustraciones: Abigail Moreno
Ilustraciones: Abigail Moreno

Dispositivos como aliados


Por el estado de la situación, y porque soy ingeniero biomédico, presto aún más atención a la tecnología médica que aparece en Star Trek, que permite atender, con cierta facilidad, padecimientos que hoy implican cirugías complejas y largos periodos de recuperación. Hablo de equipos que reparan fracturas óseas en minutos y de manera íntegra, y de tecnología que borra todo rastro de heridas superficiales en segundos. También de equipo portátil que apoya con maniobras de soporte de vida avanzados e, incluso, monitorea los signos vitales –frecuencia de latidos y respiraciones por minuto, temperatura, nivel de oxígeno en la sangre, ritmo cardíaco y presión–, los registra y permite visualizarlos en la central médica de la nave interestelar.


¿Qué avances en salud están más cerca de ser aplicados en nuestra realidad? Ahora mismo hay personas generando algoritmos cada vez más avanzados, que permiten realizar análisis de imágenes médicas. Algunos de ellos ya se utilizan y brindan información al médico, con el fin de localizar indicios de anomalías para facilitar la interpretación y generar un diagnóstico más preciso. Nos dirigimos al desarrollo de un sistema con la capacidad de buscar varios estudios clínicos complementarios de un solo paciente para luego analizarlos y efectuar un diagnóstico integral e incluso sugerir tratamientos personalizados. 


Ante este escenario, seguro muchos se preguntarán sobre la posibilidad de que robots realicen cirugías en humanos. En este caso, todavía estamos muy lejos de lograrlo. La intervención humana sigue siendo fundamental, aunque ya hay avances significativos: para cirugías de mínima invasión, que permiten al paciente acortar el tiempo de recuperación, existen dispositivos que poseen brazos con instrumental quirúrgico y también cuentan con cámaras diminutas para apoyar a los cirujanos dentro de las cavidades del cuerpo, a través de incisiones muy pequeñas. 


Por otro lado, estos dispositivos médicos ya brindan la posibilidad de personalizar su uso con base en variables fisiológicas o el estado de alguna terapia en un solo monitor. Por ejemplo, un ventilador mecánico, que en años previos solo transmitía datos acerca de las variables relacionadas con la terapia respiratoria para la cual fue diseñado, ahora también puede ser configurado para que el personal especializado de enfermería observe el estado del dispositivo que administra un fármaco –como la bomba de infusión o la temperatura del paciente– que obtiene de un equipo independiente, como un monitor de signos vitales. Esto facilita al brigadista de salud, que atiende a un paciente, concentrarse en los parámetros importantes. Mientras que en el caso de una emergencia, el personal médico y de enfermería son alertados por medio de dispositivos portátiles, que pueden trasladar consigo a cualquier sitio del hospital, siempre y cuando estén conectados a la red interna. 


Tecnología, salud y hogar


A veces cuesta entender por qué muchos de los avances tecnológicos son direccionados a fines de menor relevancia –como limpiar el hogar– cuando se identifican tantas fallas de cobertura y atención en el sistema de salud. Quizá la respuesta nos remita a que la interacción directa entre dispositivos tecnológicos y personas nos obliga a garantizar la seguridad del paciente y que existen aspectos bioéticos que se tienen que contemplar en su desarrollo y penetración en el mercado. 


Aunque tu reloj inteligente arroje valores vinculados a tu ritmo cardíaco, temperatura corporal, presión arterial no invasiva, calidad del sueño o brinde parámetros de la composición corporal –como el porcentaje de grasa y el muscular–, aún no cuenta con una aplicación clínica significativa. Hasta ahora solo funge como prototipo con el potencial de generar nuevas y más eficientes formas de prevención y atención. 


Por ejemplo, asistentes de voz que escuchen nuestros síntomas y rastreen los registros de los valores biomédicos del usuario. De este modo, sería sencillo contactar a la persona que requiere atención médica con un especialista por vía remota, evitando así que el paciente se vea obligado a trasladarse al hospital; o bien, el dispositivo podría emitir una alerta al personal de emergencia en tiempo real si el usuario sufriera, por ejemplo, un paro cardiorrespiratorio, y así pudiera recibir atención médica de inmediato. 


Ilustraciones: Abigail Moreno
Ilustraciones: Abigail Moreno

(De hecho, ya existen dispositivos del tamaño de un móvil –no tan complejos como los que propuse de forma hipotética– que monitorean los niveles de glucosa en la sangre y, con base en los resultados, suministran la dosis de insulina que la persona necesita).


Un mejor manejo de la enfermedad, donde la intervención del paciente se reduce, sugiere una calidad de vida superior y un aumento de la seguridad en la administración de la terapia médica. ¿A quién no le aterran las inyecciones? Pues bien, hay avances importantes en cuanto al uso de parches que cuentan con agujas a nivel nanométrico, capaces de administrar fármacos sin sentir la dolorosa incomodidad de una aguja y que, además de no ser dolorosa, permite dosificar la medicación a lo largo de un periodo y así brindar mejores tratamientos.


Estos posibles métodos preventivos no solo podrían tener un impacto a nivel personal, sino también en toda la infraestructura del sistema de salud (público y privado). En México, durante la década pasada, se ofrecieron –al año– cerca de 200 millones de consultas médicas ambulatorias, donde seis de cada 10 mexicanos asistieron a instituciones de seguridad social –y la cifra va en aumento–3. El uso de la inteligencia artificial y de dispositivos tecnológicos que forman parte de nuestra cotidianidad reduciría la presencia de una gran cantidad de pacientes en los sanatorios, los costos inherentes al sector por parte del gobierno o el gasto que hacen de su bolsillo aquellos pacientes que recurren a instituciones privadas, quienes muchas veces se ven orillados a hacerlo por la sobredemanda de cuidados de salud en las instituciones públicas. Todo esto permitiría redireccionar los recursos y capital humano especializado a la atención de pacientes graves. 


Otro reto es el incremento del número de pacientes geriátricos: existe un gran porcentaje de adultos mayores sin un diagnóstico de ENT, pero de todos modos requieren una atención médica especializada4. Asimismo, son más susceptibles a sufrir accidentes en el hogar. Las innovaciones de las que podríamos disponer en el futuro van desde exoesqueletos para asistirlos en su movilidad, dispositivos ligeros y poco invasivos –para sustituir o auxiliar una función fisiológica como la respiración– y el envío frecuente de datos –como signos vitales y estado de bienestar–, hasta robots que complementan los cuidados en jornadas continuas de 24 horas, que en la actualidad demandan la presencia de especialistas en casa.


Artículos de esta índole podrían llegar a los hogares en algunos años. Sin embargo, no basta con asegurar que esta tecnología se convierta en realidad; hay que tratar de volverla asequible para todos. A cinco años del corte con el que se medirá el avance que hemos logrado respecto a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas –donde asegurar la salud y bienestar a la población como estrategia transversal es una prioridad–, la reducción de la desigualdad, que impide el acceso a los servicios de salud, sigue siendo el principal reto a superar en nuestro país.


Los cuidados de la salud nos llevan constantemente a debatir sobre la tecnología y la forma en la que nos ha llevado a ser más sedentarios, lo cual, sin duda, resulta relevante. Sin embargo, lo que quiero proponer es otro acercamiento a la conversación: el papel de nuestras decisiones y el uso de las herramientas que tenemos a nuestro alcance para tener una vida más saludable. De poco servirá tener a nuestro alcance los productos más innovadores si no priorizamos una cultura de prevención de las enfermedades. 


Todavía estamos lejos de contar con la tecnología de Star Trek en nuestro hogar, pero ya hemos visto cómo aquellos dispositivos que nuestros abuelos y padres ni siquiera imaginaron forman parte de nuestra realidad. Estos avances en innovación tecnológica no pueden dejar de acompañarse de una revolución humana.


 

Carlos Mario García Álvarez

Egresado de Ingeniería en Biomédica y de la Maestría en Administración de Hospitales y Servicios de Salud de la Universidad de Monterrey. Hoy en día es director del Programa Académico de la ingeniería que cursó, director del Departamento Académico de Ciencias Aliadas de la Salud y profesor de asignatura en su alma mater.


Agradecimientos:

Silvia Segovia

Edith Espinoza Páez

 

REFERENCIAS


1 ¡Bienvenidos generación Beta! 2025 será el inicio de un nuevo grupo demográfico. (28 de diciembre de 2024). ContentEngine Noticias Financieras (Spanish).

2 World Health Organization. (16 de septiembre de 2023). Enfermedades no transmisibles. World Health Organization: WHO. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/noncommunicable-diseases

3 Reyes-Morales, H., Flores-Hernández, S., Sauceda-Valenzuela, A. L., de Jesús Vértiz-Ramírez, J., Juárez-Ramírez, C., Wirtz, V. J., & Pérez-Cuevas, R. (2013). Percepción de los usuarios sobre la calidad de la atención ambulatoria en servicios de salud en México. Salud Pública de México, 55, S100–S105. https://doi.org/10.21149/spm.v55s2.5104

4 Arango, D. C. (2013). Envejecimiento poblacional: reto a la salud pública. Revista CES Salud Pública, 4(2), 82–83.


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