Por: Francisco García Benavides
Maestro en Administración Pública por Sciences Po Paris y en Economía Política por London School of Economics (LSE).
Estados Unidos navega en una tormenta perfecta. Las elecciones a celebrar el 3 de noviembre se efectuarán en un entorno inaudito: una devastación sanitaria provocada por el COVID-19, siendo el país que registra más casos y muertes; la contracción económica más profunda desde la Gran Depresión; la entrada de efervescentes manifestaciones sociales por el asesinato de George Floyd y un sustancial deterioro de la relación diplomática con China, que desafía la hegemonía americana.
La magnitud de estas adversidades ha cuestionado el concepto de ‘excepcionalismo americano’ que postula a los Estados Unidos como “líder del mundo libre” y la “última esperanza de la tierra”. La obra del francés Alexis de Tocqueville[1], quien teorizó la singularidad de la nación y su sistema político en el siglo XIX, ha alimentado las narrativas que consideran al país “fundamentalmente diferente y superior a otras naciones”. Si bien está concepción ha resistido episodios funebres como la Guerra de Vietnam en los sesenta o a las campañas contra el terrorismo en Afganistán o Iraq a principios de este siglo, un diagnóstico de la crisis actual permite distinguir cómo los cimientos de este concepto están abriéndose.
LA CRISIS EN CONTEXTO
En primer lugar, la gestión de la pandemia de la COVID-19 ha evidenciado una aterradora disfuncionalidad e incompetencia. Las cifras de la Universidad de Johns Hopkins son insultantes para el país con el mayor poder económico: a pesar de que posee el 4 % de la población mundial, concentra el veinte por ciento de los casos y muertes[2]. Es sorprendente que con los vastos recursos que muestra, los contagios y muertes hayan crecido exponencialmente en contraste con: Uruguay, Vietnam, Costa Rica o Grecia que cuentan con menores capacidades. Expertos en salud pública como el profesor Barry Bloom de la Universidad de Harvard[3], han narrado los tropiezos que construyeron esta tragedia: desperdicio de tiempo e inacción gubernamental mientras la pandemia arribaba a Europa, canales de desinformación, retrasó en la aplicación masiva de pruebas, un sistema de salud público desfondado, reapertura comercial precipitada en estados como Texas, Florida y Arizona y la politización del uso de cubrebocas. No sorprende que el prestigioso epidemiólogo Dr. Anthony Fauci haya retratado la crisis sanitaria como “una tormenta perfecta” [4].
En el eje económico, a diferencia de la Gran Recesión de 2007-2009 que se originó por el colapso de las hipotecas subprime y la laxa regulación con los bancos (Basilea II), o la Gran Depresión de 1929 que empezó con una caída brutal de la bolsa de Nueva York (Martes Negro), el actual desplome económico fue autoinducido. El cierre obligado de la economía -que representó un shock brutal para la oferta y demanda- ha sido devastador: desaparición de millones de empleos, aumento desenfrenado de seguros de desempleo, así como disminución de consumo y ventas. Por ejemplo, tan solo el PIB se contrajo a una tasa anualizada del 32.9 % en el segundo trimestre[5]. La respuesta del Gobierno y la FED a través de políticas fiscales y monetarias expansivas ha sido demencial: inyectando varios trillones de dólares[6] para salvar a la economía. Por esto, Fitch Ratings pronostica que la deuda como proporción del PIB aumentará a 130 % para el 2021[7]. Una consecuencia involuntaria de la agresiva respuesta es que los principales índices de la bolsa increíblemente se recuperaron del colosal desplome que sufrieron a mediados de marzo[8]. Por lo tanto, el analista de CNBC, Jim Cramer, catalogó la respuesta como “la mayor transferencia de riqueza a los ultra-ricos en la historia moderna”[9]. Mientras Wall Street sí gozó una recuperación “V”, Main Street sigue sufriendo los atroces estragos del colapso económico.
Junto a esto, la sociedad norteamericana está en plena ebullición por el asesinato de George Floyd a manos de la Policía de Minnesota. Esto evidencia la institucionalización del racismo en el país. Aunque la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca en el 2008 representó el inicio de una nueva era, en realidad las causas estructurales de esta problemática persisten: brutalidad policiaca, falta de rendición de cuentas de la policía, disparidad en las sentencias penales e inequidad socioeconómica. Paradójicamente fue en la administración de Obama que el movimiento Black Lives Matter emergió abogando por desobediencia civil por los incidentes de brutalidad policiaca y violencia dirigida contra la raza negra. Debido a que las protestas por la muerte de George Floyd han sido uno de los movimientos más grandes en la historia de la nación, evocan a los movimientos por los derechos civiles de los sesenta encabezados por Rosa Parks, Martin Luther King Jr., Malcom X, entre otros. Uno de estos líderes, John Lewis, antes de su muerte en Julio redactó un ensayo[10] donde invita a utilizar el voto en la próxima elección para erradicar el racismo sistémico.
Finalmente, las relaciones diplomáticas con China están en su punto más bajo desde que éstas se normalizaron con la visita de Richard Nixon en 1972. El explosivo desarrollo económico y tecnológico chino ha generado ansiedad en los Estados Unidos. Uno de los episodios más paradigmáticos fue el inicio de un proceso de desacoplamiento económico que desencadenó en una guerra arancelaria alimentada por el déficit comercial americano. En el ámbito tecnológico, las tensiones han escalado por la inminente prohibición de TikTok y WeChat, así como las batallas por la carrera del 5G con Huawei. Lo mismo ha sucedido en el terreno político con la sanción a líderes de Hong Kong por la nueva Ley de Seguridad Nacional impuesta por Beijing, el cierre del consulado chino en Houston y la visita en agosto de un miembro del gabinete americano a Taiwán. El historiador Niall Ferguson[11] ha descrito esto como el inicio de una nueva Guerra Fría, que, a pesar de la ausencia de una carrera nuclear, existe un claro objetivo por destronar a Estados Unidos como la potencia mundial con un ethos radicalmente distinto; basado en un sistema político autoritario y en un capitalismo de Estado.
ELECCIONES: ¿RUTA DE SALIDA?
En este contexto el presidente republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden se enfrentarán por las llaves de la Casa Blanca. Los electores norteamericanos votarán por dos candidaturas radicalmente opuestas. ¿Qué plataforma política ofrece cada una para encarar la compleja crisis que enfrenta el país?
Por un lado, en materia de salud pública Joe Biden[12] se ha comprometido a destinar vastos recursos para expandir el acceso de Medicare a más de 20 millones de personas, mejorar la infraestructura hospitalaria, incrementar la capacidad para hacer pruebas para la COVID-19 y seguir religiosamente las recomendaciones del Dr. Anthony Fauci.
Un aspecto central de la plataforma demócrata es la implementación del Green New Deal, equivalente a 1.7 trillones de dólares[13], que tiene como objetivo descarbonizar la economía para el 2050 atendiendo tanto el cambio climático como la inequidad económica. Este plan se inspira en el New Deal que implementó Franklin D. Roosevelt en los treinta para combatir la Gran Depresión. A este cambio estructural se suma revertir la reforma fiscal de Trump y aumentar las tasas impositivas para así financiar ambiciosos programas de salud pública y de infraestructura. Para hacer frente a la inequidad racial, Biden busca eliminar la pena de muerte, el confinamiento solitario en las cárceles, reformar el sistema de justicia penal para des-institucionalizar el racismo y destinar más de 70 billones de dólares[14] para apoyar a las HBCUs, universidades históricas que cuentan con una alta población de afroamericanos y afrocaribeños. En esta tarea la compañera de fórmula, Kamala Harris, tendrá un papel vital puesto que es la primera afroamericana e indoamericana en ser candidata a la vicepresidencia. Por último, en el ámbito de política exterior Biden plantea recuperar la relación deteriorada con aliados tradicionales como la Unión Europea y Canadá, así como restablecer la participación en el Acuerdo de París, revivir el Acuerdo Nuclear con Irán y reingresar a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para competir con China, el demócrata pretende aumentar la presión en contra de ellos en foros multilaterales, disminuir las tarifas que afecten a los consumidores americanos, pero implementar medidas enérgicas para frenar el comercio desleal, aumentar la transparencia e inhibir la manipulación de su moneda (RMB).
Por otro lado, Donald Trump pretende afianzar su proyecto político en los próximo cuatro años. Su plan de salud pública pretende continuar saboteando la Ley del Cuidado de la Salud -Obamacare-. Asimismo, ha denominado a la COVID-19 el “virus chino” y pretende priorizar una reapertura económica sobre encierros para vencer al virus. En materia de política económica, planea nuevamente recortar impuestos, especialmente la tasa corporativa, continuar con los apoyos a las familias, implementar un ambicioso programa de infraestructura -que carece de componentes ambientales- e impulsar la fabricación nacional con el fin de recuperar los empleos perdidos en zonas industriales por la globalización. Un aspecto central del proyecto trumpiano es que ostenta un discurso nixoniano de “ley y orden” buscando proyectarse cómo antídoto ante las protestas sociales por brutalidad policiaca. Un ejemplo de esto es el rechazo del vicepresidente Mike Pence de decir: Black Lives Matter[15]. Trump ha planteado una reforma a los servicios policiacos para que éstos estén dotados con las herramientas de fuerza más modernas. En lo que respecta a la política exterior pretende que los miembros de la OTAN incrementen su gasto en seguridad, busca el retiro total de las tropas americanas en Afganistán y ampliar la presión al gobierno iraní mientras sigue sin criticar al presidente ruso Vladimir Putin. Para hacerle frente a China, la fase dos del acuerdo comercial ha quedado prácticamente descartada. Pretende incrementar los bloqueos económicos para que empresas chinas no operen en Estados Unidos, incentivar a las cadenas de valor a mover sus operaciones y presionar al país para que revierta las leyes que atentan contra la libertad como en Hong Kong.
EL FUTURO EN JUEGO
Las encuestas[16] indican que Joe Biden cuenta con una ventaja (un spread que oscila entre tres y 12 %) sobre Trump. Inclusive, Biden lidera en estados bisagra como Pennsylvania y Florida. Sin embargo, en el 2016 las casas encuestadoras también otorgaban una victoria a Hillary Clinton, y aunque ella ganó el voto popular, perdió la presidencia por derrotas en estados clave como Michigan, Ohio, Wisconsin, Pennsylvania y Florida, lo cual desacreditó a las encuestas. El periodista de datos de The Economist, Elliot Moris[17], argumenta cómo es improbable que los encuestadores cometan los mismos errores debido a que: poseen metodologías más robustas, incrementaron el nivel de participación de grupos que fueron sub-representados y pusieron mayor recursos y atención en las encuestas estatales. Por consiguiente, aunque no se puede descartar una sorpresa, la radiografía proporcionada por las encuestas prevé una victoria demócrata, que incluso alcanzaría para obtener una mayoría tanto en la Cámara de Representantes como el Senado.
No obstante, la campaña ha sido sui generis por cuatro motivos: la celebración del peor debate en la historia de EUA donde reinaron las diatribas e interrupciones auspiciadas por el candidato republicano; el fallecimiento de la jueza liberal Ruth Bader Ginsburg (RBG) -que era un ícono popular-, permitiéndole a Donald Trump nominar a Amy Barett a la Suprema Corte de Justicia y así alcanzar una mayoría conservadora; la infección de la COVID-19 por parte de Trump, evidenciando un desprecio flagrante a los protocolos sanitarios ya que un posible fallecimiento derivaría en incertidumbre política; y un potencial rechazo a los resultados electorales por parte de la campaña republicana, lo que generaría una crisis constitucional.
Por lo tanto, la decisión de los electores norteamericanos en noviembre será crucial. Con esto se sabrá si el “excepcionalismo americano” logrará subsistir o iniciará su proceso de extinción.
Referencias
[1] De Toqueville, Alexis. (2015). La Democracia en América. Ciudad de México: FCE. [2] Johns Hopkins University. (2020). COVID-19 Dashboard by the Center for Systems Science. Johns Hopkins University. Recuperado de: https://coronavirus.jhu.edu/map.html [3]Harvard University. (2020). Conferencia de Prensa con Barry Bloom. Harvard School of Public Health. Recuperado de: https://www.hsph.harvard.edu/news/features/coronavirus-covid-19-press-conference-with-barry-bloom-07-20-20/ [4] Financial Times. (2020). Entrevista a Anthony Fauci. Financial Times. Recuperado de: https://www.ft.com/content/57834c2c-a078-4736-9173-8fb32cfbbf4e [5] Bureau of Economic Analysis. (2020). Gross Domestic Product. U.S. Department of Commerce. Recuperado de: https://www.bea.gov/data/gdp/gross-domestic-product [6] KPMG. (2020). Government and Institution Measures in Response to COVID-19. KPMG. Recuperado de: https://home.kpmg/xx/en/home/insights/2020/04/united-states-of-america-government-and-institution-measures-in-response-to-covid.html [7] Fitch Ratings. (2020). Fitch Revises United States’ Outlook to Negative. Fitch Ratings. Recuperado de: https://www.fitchratings.com/research/sovereigns/fitch-revises-united-states-outlook-to-negative-affirms-at-aaa-31-07-2020 [8] Baer, Justin. (2020). The Day Coronavirus Nearly Broke the Financial Markets. Wall Street Journal. Recuperado de: https://www.wsj.com/articles/the-day-coronavirus-nearly-broke-the-financial-markets-11589982288 [9] CNBC. (2020). Jim Cramer: The Pandemic Led to ‘One of the Greatest Wealth Transfers in History’. CNBC. Recuperado de: https://www.cnbc.com/2020/06/04/cramer-the-pandemic-led-to-a-great-wealth-transfer.html [10] Lewis, John. (2020). Together, You Can Redeem the Soul of Our Nation. The New York Times. https://www.nytimes.com/2020/07/30/opinion/john-lewis-civil-rights-america.html [11] Ferguson, Niall. (2020). Cold War II has America at a disadvantage as China courts Russia. Boston Globe. https://www.bostonglobe.com/2020/01/20/opinion/cold-war-ii-has-america-disadvantage-china-courts-russia/ [12] Reuters. (2020). Where Biden and Trump Stand on Key Issues. Reuters. Recuperado de: https://graphics.reuters.com/USA-ELECTION/POLICY/ygdpzwarjvw/ [13] Ibid [14] Ibid. [15] New York Times. (2020). Pence Won’t Stay the Words ‘Black Lives Matter’ in an Interview. New York Times. Recuperado de: https://www.nytimes.com/2020/06/19/us/politics/mike-pence-black-lives-matter.html [16] Real Clear Politics. (2020). General Election: Trump vs. Biden. Real Clear Politics. Recuperado de: https://www.realclearpolitics.com/epolls/2020/president/us/general_election_trump_vs_biden-6247.html [17] The Economist. (2020). Checks and Balance: Modelled Citizens. The Economist. Recuperado de: https://www.economist.com/podcasts/2020/06/12/modelled-citizens-how-useful-is-polling-in-predicting-the-result-of-the-us-presidential-election