Por: Dra. Karla María Nava Aguirre
Profesora titular de Negocios Internacionales
Escuela de Negocios
Doctorado en Ciencias Administrativas PNPC del Conacyt
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)
“Las peores consecuencias de la crisis sobre la pobreza aún están por llegar" (Oliver de Schutter, relator de la ONU ante la Pandemia)
La pandemia cambió la vida de todos los seres humanos en un abrir y cerrar de ojos. Nos enfrentamos a una problemática de atención en el sistema de salud en la que los contagios por la COVID-19 continúan, las muertes aumentan, los servicios médicos e infraestructura hospitalaria son insuficientes y hasta el día
de hoy todavía no contamos con una vacuna aunque las investigaciones más avanzadas están en fase 3 (hasta el cierre de la revista).
La suspensión de comercios e industrias afectó a la economía y expertos indican que sus efectos permanecerán por varios años, como sucedió en la crisis financiera de 2008 e incluso con la Gran Depresión en 1929. Muchos sectores tardarán años en recuperar sus niveles de producción y ventas nacionales e internacionales.
Los cierres de frontera, el distanciamiento social, el fortalecimiento del sistema de salud pública y las pruebas masivas, entre otras acciones en diferentes países, no han logrado eliminar por completo el contagio y la reapertura de negocios, escuelas, restaurantes y bares entre otras actividades, han causado rebrotes, sobre todo en Europa.
En este contexto es importante preguntarnos: ¿cómo estaba nuestro país antes de la pandemia? ¿Realmente los problemas relacionados con los temas de salud, acceso a servicios médicos, economía, inclusión social, equidad y educación que enfrentamos son totalmente nuevos?
La demora económica ya se venía arrastrando: en el primer trimestre de 2020 el Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo en -2.4 % respecto a 2019 y la variación anual para el sector secundario fue de -3.8 % y -1.4 % para el sector terciario[1].
De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la mayoría de las microempresas mexicanas (69.5 %) cuentan con sólo uno o dos empleados, son frágiles y no tienen un respaldo financiero. Mucho menos estrategias para enfrentar una crisis.
La informalidad convierte en más vulnerables a las personas con ingresos casi nulos o que viven al día. Por la misma razón es muy difícil atender las indicaciones de sus autoridades sobre el aislamiento social y dejar de trabajar.
El 42 % de la población vive en pobreza y el 7.4 % de esta en pobreza extrema. Por otro lado, el 70 % de la población indígena se encontraba antes de la pandemia en pobreza y desprotegida.
En los hogares mexicanos solo el 44 % tiene acceso a una computadora y 56% a
internet. En las zonas rurales estos porcentajes son mucho más bajos. En las zonas socioeconómicas de nivel bajo sólo dos de cada 10 hogares tienen conexión.
Más del 50% de la población vive en la informalidad y no tiene seguridad social ni prestaciones que lo apoyen ante un posible contagio o muerte. El acceso al Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi) y los servicios de salud pública son casi imposible para las personas que viven en la informalidad.
Los migrantes, las mujeres y jóvenes entre los 12 y 29 años también tienen dificultades para el acceso a servicios médicos.
La población en zonas urbanas marginadas sin agua entubada dificulta también las recomendaciones de lavado de manos y aseo. En 2018, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó que más de 44 millones de mexicanos no tienen en sus hogares dotación diaria de agua, por lo que hay más de 10 millones de hogares sin acceso diario[2].
En relación a la infraestructura en el sector salud, existe un problema de insuficiencia hospitalaria en el país, además de que no se cuenta con especialistas y enfermeras suficientes para una población de más de 120 millones de habitantes.
Todo esto es evidencia de las dificultades previas generadas por la desigualdad, carencias, demora e insuficiencias que vive la población más vulnerable, las cuales cobrarán más fuerza por la pandemia.
CRISIS SIN PRECEDENTES
Es importante señalar que los impactos económicos se pueden identificar por tres variables: población, ubicación geográfica y sector. Las ciudades o regiones del país con mayor número de habitantes tuvieron que separar a más personas y en consecuencia se detonó una mayor afectación económica por la paralización, cierre de negocios y servicios.
La cancelación de actividades cambió la perspectiva de crecimiento de .5 a 1.5 % del PIB a una contracción del 7.7 % y según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) solo entre febrero y abril se perdieron 685 mil 840 empleos formales.
La OCDE estima pérdidas marginales en el empleo durante este año, aunque con una recuperación con datos similares previos a la crisis para el segundo trimestre de 2021. Este organismo internacional también pronostica una tasa de desempleo de 9.4 % para finales de este año y para el 2021 un ingreso real per cápita con cifras similares al 2016[3].
Por otro lado, el consumo ha caído en diferentes sectores, principalmente en los servicios: las ventas de restaurantes han bajado entre un 40 y 50 %; los servicios de hospedaje y transportación también; el turismo, uno de los ámbitos que más aportan al PIB nacional, tendrá para el cierre de 2020 una caída del 3.7 % en el PIB; y la producción nacional y exportaciones mexicanas también se verán afectadas.
La manufactura también se ha visto perjudicada por el cierre de plantas y empresas, como es el caso del sector de autopartes, en el cual se cortó la cadena de suministros.
En el área de la educación, el cambio a clases virtuales reveló las desigualdades estructurales y podría causar un crecimiento en la brecha social. En muchas de las regiones más vulnerables no se cuenta con los recursos básicos para esta nueva modalidad. De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de Información en los Hogares realizada por el INEGI en 2019, 39.1 % de los estudiantes carecen de acceso a internet[4], por lo que la estrategia tecnológica-digital que se ha implementado no se adapta a las necesidades de todos los estudiantes.
Estas restricciones afectan el presente y también el futuro de millones de niños, ya que no contarán con las habilidades y competencias para desarrollarse en el ámbito laboral.
¿QUÉ QUEDA POR HACER?
Algunos ejes para emitir las recomendaciones de política pública con el fin de mitigar y disminuir los efectos socioeconómicos de la COVID-19 son: apoyo a los hogares y población vulnerable (sector formal e informal); atención a población en situación de pobreza; ayuda a adultos mayores; apoyo a empresas; y deuda pública y política fiscal1.
En el ámbito de la salud, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recomienda mantener e incrementar el gasto público; incluir y aprovechar la inteligencia de datos para una mejor administración y provisión de servicios hospitalarios; y generar una relación estrecha entre la ciencia de la salud (diagnóstico y vacunas) y provisión de servicios[5].
En el ámbito de la educación es urgente la inversión en equipos de banda ancha y la capacitación y desarrollo de habilidades tecnológicas. En México se implementaron las clases en línea con ayuda de la televisión y el 78.6 % de los hogares con niños en edad escolar presentaron complicaciones en la continuidad de la educación de sus hijas o hijos debido a la falta de computadora o internet, de apoyo docente, de conocimientos o de libros y material didáctico[6].
La Unicef manifestó su preocupación señalando que esta situación puede ampliar las brechas de aprendizaje, afectando a las poblaciones más vulnerables y en condiciones de pobreza6.
La salud y educación pública son dos elementos que más benefician a los hogares con menos ingresos, sin embargo, desde hace muchos años son insuficientes. Por eso será vital establecer medidas inmediatas para el regreso a la actividad económica de los trabajadores con apoyos, especialmente a la mujer, que permitan la continuidad de una fuente de ingreso y pueda compaginar sus labores en casa ahora con la carga adicional de “educar” a sus hijos en la modalidad en línea. De no atenderse, la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres crecerá nuevamente y la pobreza seguirá en aumento.
Para mitigar la afectación en el empleo se requiere un plan que evalúe posibles riesgos y amenazas que pudieran poner en peligro los ingresos de las familias y que atienda la falta de protección para las personas que pertenecen a la economía informal.
La crisis actual deberá servir de reflexión y a la vez una oportunidad para repensar los modelos de protección de salud y la educación en nuestro país. En el primero se deben atender a través de políticas públicas las comorbilidades crónicas como hipertensión arterial, diabetes, insuficiencia renal y obesidad, ya que falta mucha educación en materia de salud, higiene y hábitos de alimentación, así como aumentar la capacidad de atención y calidad de los servicios médicos.
Se requiere una visión de bienestar para toda la población y el compromiso de México con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y la Agenda 2030 que deberán ser fundamentales en el objetivo de mejorar la situación del país y colaborar con la comunidad internacional. La “nueva normalidad” será difícil, un periodo de manejo estratégico de crisis y adaptación, pero también un momento de respuesta y resiliencia no sólo de las autoridades, sino de todos los ciudadanos.
Referencias [1] UNDP. (2020). Development challenges in the face of COVID-19 in Mexico. Socio-economic overview. Recuperado de https://www.latinamerica.undp.org/content/rblac/en/home/library/crisis_prevention_and_recovery/desafios-de-desarrollo-ante-la-covid-19-en-mexico--panorama-soci.html [2] Durán, A. (2018). INEGI asegura que 44 millones de mexicanos se encuentran sin agua en sus hogares. Recuperado de: https://www.elsoldemexico.com.mx/finanzas/inegi-asegura-que-44-millones-de-mexicanos-se-encuentran-sin-agua-1371424.html#:~:text=%E2%80%9CEn%20dos%20millones%20085%20mil,directa%20a%20en%20sus%20hogares [3] El Financiero. (2020). OCDE recorta de 1.2% a 0.7% estimado de crecimiento para México en 2020. Recuerado de https://www.elfinanciero.com.mx/economia/ocde-recorta-de-1-2-a-0-7-estimado-de-crecimiento-para-mexico-en-2020 [4] Fernández, M., Herrera, L., Hernández, D. et al (2020). Lecciones del Covid-19 para el sistema educativo mexicano. Recuperado de https://educacion.nexos.com.mx/?p=2228 [5] Banco Interamericano de Desarrollo. (2020). ALC Post COVID-19: Retos y oportunidades para países de Centroamérica, Haití, México, Panamá, y República Dominicana. Recuperado de https://publications.iadb.org/es/alc-post-covid-19-retos-y-oportunidades-para-paises-de-centroamerica-haiti-mexico-panama-y [6] Unicef. (2020). Encuesta #ENCOVID19Infancia. Recuperado de https://www.unicef.org/mexico/informes/encuesta-encovid19infancia