Por: José Burnes
Gerente del Trade & Investment Center en AmCham/Mexico; ex profesor de Asignatura en la Escuela de Negocios de la Universidad de Monterrey (UDEM); experto en comercio internacional y la relación entre Norteamérica y China; Consejero Editorial de la Sección Internacional en el Periódico El Norte.
A 20 años del ataque terrorista a las Torres Gemelas y el Pentágono en Washington, D.C., la retirada de tropas estadounidenses de Afganistán le da un nuevo significado a este aniversario. La caída del gobierno afgano y el regreso de los Talibanes al poder, quienes fueron derrocados con la invasión norteamericana y de la OTAN en 2001, presiona al gobierno del presidente Joe Biden para aclarar el propósito de 20 años de “guerra contra el terrorismo”.
En este aniversario del ataque, el consciente colectivo no mira hacia atrás, busca aclarar el resultado lamentable que la retirada de las tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tiene en la caída del gobierno afgano.
9/11
El 11 de septiembre de 2001, un grupo terrorista llamado Al Qaeda secuestró varios aviones americanos y los estrelló contra las Torres Gemelas en Nueva York y la parte oeste del Pentágono en Washington, D.C. Los ataques dejaron un saldo de más de dos mil 900 personas fallecidas, incluyendo ciudadanos de más de 77 países diferentes. Esta era la primera vez en la historia moderna de Estados Unidos que recibía un ataque de esta magnitud contra civiles en suelo americano. El ataque fue un parteaguas de la historia moderna y cambió el rumbo de la historia aeronáutica, americana y las relaciones internacionales.
Un mes después, el entonces presidente George W. Bush, con una coalición internacional, invadió Afganistán para destruir Al Qaeda, capturar Osama Bin Laden -líder del grupo terrorista, quien había culpado a EE.UU. por los problemas en el mundo musulmán- y destituir a los Talibanes del poder, quienes permitieron el ascenso del grupo en primer lugar.
Uno de los remanentes más importantes de estos 20 años de “guerra contra el terrorismo” es la captura de Kabul, capital de Afganistán, el 14 de agosto de 2021. Con la retirada de las tropas americanas, las fuerzas afganas se desplomaron en menos de una semana lo que derivó en el regreso de los Talibanes al poder.
El atentado tuvo distintas implicaciones: por primera vez una generación demostró la vulnerabilidad de EE.UU. en su propio territorio; 10 años después del fin de la Guerra Fría y de haberse afianzado como un país superior con la fuerza armada más grande y poderosa del mundo, el gobierno estadounidense cambió sus prioridades al declararle la “guerra al terrorismo”, y dedicar más recursos de su presupuesto a su seguridad interna y los departamentos de defensa.
Se crearon nuevos organismos como el Department of Homeland Security y el Transportation Security Administration, los cuales recibieron números récord de presupuesto. También aumentaron los números de deportaciones, y a nivel social se exacerbó el racismo en contra de las personas de ascendencia musulmana o latina, a quienes les podían pedir su estatus de inmigración.
Otro de los cambios significativos se vio reflejado en la seguridad aeroportuaria: antes del 9/11 no era necesario quitarse los tenis, pasar por escáneres de cuerpo completo, ni tirar bebidas antes de abordar un avión. Después de los ataques terroristas, las medidas de seguridad y restricciones crecieron a nivel global.
En el aspecto geopolítico, el presidente Bush le declaró la Guerra a Afganistán en 2001 y dos años después a Irak por la suposición de que el otro mandatario, Saddam Hussein, estaba produciendo armas de destrucción masiva. Aunque nunca encontraron dichas armas, en 2011 EE.UU. retiró sus tropas pero dejó un vacío de poder que otros grupos extremistas como ISIS, aprovecharon para seguir causando inestabilidad y ataques en la región.
La administración de Bush también abrió un centro de detención en Guantánamo Bay en donde se mandaban a los combatientes de grupos extremistas y terroristas. Estos prisioneros se mantienen de manera indefinida y no tienen acceso a representación legal ni a tribunales. Barack Obama trató de cerrarla, pero sólo pudo reducir su población de 650 personas -que había en 2003- a 41.
CAMBIAN PRIORIDADES
Para México, el 9/11 también fue un duro golpe a la estabilidad de la relación bilateral. El ataque sucedió durante la presidencia de Vicente Fox, quien contaba con la buena voluntad de EE.UU. al ser el primer candidato de la oposición -PAN- que rompió con la hegemonía del PRI, en un tiempo donde se registraba la mejor relación comercial en historia de México después de la firma del TLCAN en 1994.
El presidente Bush, originario de Texas, conocía muy bien a su país vecino y buscaba fortalecer las relaciones aún más. Después de tomar posesión, una de sus primeras visitas tenía como objetivo conocer al presidente Fox. Para México había varios temas importantes sobre la mesa, particularmente migración; debido a las buenas relaciones se veía una ventana de oportunidad para, de una vez por todas, llegar a un acuerdo.
El ataque cambió completamente el tono de la relación bilateral y las prioridades del gobierno americano, que puso a México y a América Latina en un segundo o tercer plano. Medio Oriente, la “guerra contra el terrorismo” y los riesgos de seguridad por migración fueron prioridad durante más de dos décadas y frenaron cualquier intento mexicano de situar el tema migratorio en la agenda bilateral. La relación se puso aún más tensa cuando México no apoyó la resolución de EE.UU. para declararle la Guerra a Irak en el Consejo de Seguridad de la ONU.
20 AÑOS DESPUÉS
Antes de abandonar la presidencia, el republicano Donald Trump retiró la mayor parte de sus tropas a raíz de una negociación con los talibanes, lo cual dejó mal parado al gobierno de Biden. Ante esta situación y el fortalecimiento de los talibanes, Biden tenía dos opciones: aumentar la presencia de militares o retirar las tropas.
Un error de la inteligencia americana estimó que tomaría cerca de ocho meses para que los talibanes retomaran Kabul, y que las fuerzas afganas podrían contener a los talibanes hasta entonces.
Lamentablemente, las fuerzas afganas cayeron en menos de una semana, lo que hizo caos ante la desesperación de ciudadanos afganos y ciudadanos americanos que buscaban salir del país.
El consenso en el Departamento de Defensa determinó que la presencia de militares americanos en Afganistán era insostenible. EE.UU. no ganó, los talibanes no perdieron y esa guerra ya no es un tema prioritario para la opinión pública estadounidense. 20 años después, las prioridades en política exterior americana cambiaron y ahora existe una nueva generación de votantes que ni siquiera estuvieron vivos durante el 9/11.
La Guerra en Afganistán terminó como una catástrofe de política exterior, aunque esta conclusión no es completamente la responsabilidad de Biden, ya que heredó un proceso de paz con los talibanes muy endeble. Sin embargo, el retiro de las tropas sin coordinación con los aliados de la OTAN, los errores de coordinación y las fallas de inteligencia sí han sido su responsabilidad.
El mundo en 2021 es muy distinto al de 2001: la realidad geopolítica y las prioridades de política exterior americana han cambiado de manera radical; el cambio climático y las amenazas en ciberseguridad han transformado completamente los riesgos de seguridad globales; el Medio Oriente sigue siendo un riesgo de seguridad importante para EE.UU debido a la corrupción e inestabilidad en la región; y Rusia y China -países que no son los mismos que hace 20 años- hoy en día ejercen mucho más asertividad y un rol más activo en política global.
Mantener una presencia activa en Afganistán por una tercera década simplemente ya no era sostenible ni prioridad para el presidente Biden, que buscaba reestructurar recursos para hacer frente a la influencia de China en el mundo.
El fin de la Guerra de Afganistán, el último remanente geopolítico de aquel 9 de septiembre de 2001, termina en una crisis humanitaria, que estará persiguiendo y redefiniendo el legado de Biden y del ataque por el resto de su presidencia.
REFERENCIAS:
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Op. cit(The White House, Op.cit